Apocalipsis cognitivo es uno de los ensayos más provocativos e inteligentes que he leído en los últimos años, donde Bronner dibuja el panorama actual que ha reconfigurado nuestra psique, comportamiento social y cognición. En los actuales días el dominio del homo digital es una realidad social. Las utopías tecnológicas que describen un mundo regulado por la técnica y la racionalidad ha dado lugar al desierto de lo real de un sonambulismo digital en el que se han amplificado el imperio de la banalidad y de la irracionalidad ahora por vías digitales. El creciente imperio de la inteligencia artificial y de los procesos digitales de automatización se muestran como una continuidad, en nuestra modernidad tardía, de aquel proceso generalizado de dominio de la técnica y de lo que Max Weber llamó la racionalización del mundo. Disponemos de una cantidad de información y oportunidad de acceso a la misma como nunca antes había existido en la historia de la humanidad y, de modo paralelo, la oportunidad de liberar nuestro tiempo gracias a los procesos de automatización y digitalización en todas aquellas tareas susceptibles de serlo en este proceso. Un mundo dominado por la tecnología, la técnica y los procesos de racionalización ahora por vías digitales pareciera ser un mundo con un alto potencial para desencadenar procesos de Ilustración, creatividad y pensamiento crítico en la ciudadanía, relato digno de toda ciberutopía y de las visiones más ideales de la aldea digital.
El panorama esbozado por Bronner dista mucho de este ideal. Desde un análisis y una antropología realista dibuja las grandes líneas patológicas de este proceso de digitalización de la vida: la liberalización del tiempo cerebral debido a los avances en la técnica y en la automatización, así como la disponibilidad de información y medios, no se ha canalizado en las vías de una ciber-Ilustración, sino más bien ha derivado un una serie de patologías propias de la desregulación del mercado cognitivo: un mercado de la atención volcado al entretenimiento, el cual es reforzado por los propios algoritmos nutridos por nuestras huellas digitales; un generalizado sonambulismo digital que afecta a niveles masivos la atención, el sueño y el aprendizaje en la ciudadanía; una cacofonía cognitiva nutrida por una oferta infinita de contenidos llamados a atrapar nuestra atención, con lo que estamos atentos a todo y a nada y; un creciente dominio de propuestas populistas que apelan al miedo o al enojo, y que una ciudadanía despotenciada atrapada por contenidos llamativos y fugaces ya no es capaz de analizar en términos racionales utilizando estándares intelectuales universales.
El horizonte de una posible ciberilustración, en la que jugaría un rol central una ciudadanía informada y abierta a procesos argumentativos en los que se desempeñan pretensiones de validez susceptibles de crítica, se ha desdibujado en un dominio de conductas irracionales y violentas en todo foro en internet, conductas habilitadas por el efecto desinhibidor el anonimato en la red, así como un generalizado ambiente agonístico en los que el emotivismo y la irracionalidad imperan, como cualquier debate encarnizado en X lo muestra. En este sentido, el antiguo papel de gate keepers que desempeñaban los medios de comunicación, es decir, de mediadores con capacidad editorial en la información disponible a la audiencia, ha dado lugar a un mercado desregulado de información donde la oferta de medios se ha ajustado a una demanda guiada por los imperativos de entretenimiento y la lógica de lo viral, fenómeno cuyo extremo es la auto-editorialización del mundo que cada usuario realiza al generar libremente narrativas que configuran una generalizada cacofonía de voces e interpretaciones. Esta liberalización de narrativas, que un Lyotard por ejemplo vería desde un potencial emancipador, da lugar a una uniformización: la lógica del like, de lo viral y de ser visto termina uniformando la comunicación: al final, todo termina pareciéndose.
El aumento de la irracionalidad y de la credulidad, que ha dado pauta a fenómenos como la victoria electoral de Trump o de narrativas antivacunas o terraplanistas sólo podría combatirse desde pautas analíticas y argumentativas que una generación ya atrapada en contenidos inmediatos y lo que podríamos llamar una atención tiktok (no más de 15 segundos de atención) parece ir de lleno en contraflujo. Por este motivo, Bronner considera esta dilapidación del tiempo cerebral como un hecho político, ya que aquellas respuestas a los imperiosos problemas globales deviene de pensamiento crítico-analítico y de una creatividad que se diluye en el caleidoscopio de un mercado desregulado donde imperan los contenidos que generan placer a corto plazo. El análisis de Bronner nos deja constancia de la necesidad y defensa hoy más que nunca del escepticismo cartesiano y del sapere aude kantiano.
José Lira. 2023.
Gracias a Alex Nava por la recomendación de esta obra.
Libro
Bronner, Gérald (2022): Apocalipsis cognitivo. Cómo nos manipulan el cerebro en la era digital. Barcelona, Paidós.
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