domingo, 12 de mayo de 2019

Nada (Janne Teller, 2000)


“—Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo”. Pierre Anthon. 



Pierre Anthon como el león absoluto. Anthon encarna la expresión radical de un nihilismo pasivo, de aquella segunda etapa del espíritu en el Zaratustra de Nietzsche: el león. Anthon es el negador absoluto, un espíritu que navega en la indeterminación del pensamiento: nada importa, no merece la pena hacer nada. Él se ha transformado en la pura indeterminación, en el pensamiento que niega concretarse en el mundo. Por otro lado, en esta etapa de la transformación del espíritu, encontramos la intuición nietzscheana del eterno retorno: ¡Todo esto ya ha sucedido antes! El teatro del sinsentido y del absurdo se actualiza y repite en el mundo. 

El mundo como teatro y comedia. Anthon como el negador absoluto puede otear el mundo desde la cima de un ciruelo, puede observar como espectador el teatro de lo cotidiano, aquel teatro que consiste sólo en fingir y en ser el mejor en ello. Se trata de la acción teatral en la que cada quien interpretamos un papel con su máscara y pantomimas apropiadas. Ante el cuestionamiento radical de un negador absoluto no queda más que la violencia, apedrear a aquel que intenta ver más allá de la cueva.

Un león en un mundo reificado. La negación absoluta de Anthon conduce a la búsqueda de significado, a la pregunta por aquello que es más importante para cada uno de nosotros. La tragedia del teatro del absurdo se cifra en aquel proceso de abstracción real en el que nuestro significado se comercializa. Los personajes del mundo cosificado cifran su felicidad en objetos, transforman sus sueños y su ser en objetos que pueden comercializarse o monetizarse: la búsqueda de sentido vende. El teatro del absurdo se transforma en el circo de la sociedad de masas, en aquella sociedad del espectáculo guiada por lo que Heidegger llamó el pensamiento del Uno.


Decir sí a la vida, de León a niño. El teatro del absurdo no admite la existencia de leones radicales, a la negación absoluta antepone otra negación violenta que aniquila. No obstante, Nada debe abrir paso a la superación de este nihilismo pasivo, de la indeterminación del espíritu. Nada nos pone en perspectiva ante la búsqueda de sentido y significado en un mundo cosificado, nos pone ante las perspectiva necesaria de alcanzar la siguiente transformación nietzscheana del espíritu: el decir sí a la vida.


José Lira R., 2019.


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