lunes, 22 de abril de 2019

Perspectivas de la educación científica y filosófica.

Ponencia: Perspectivas de la educación científica y filosófica.
Dr. José Lira Rosiles (UAMI-ITESM).

Foro: Artículo 47 de la Ley General de Educación. Importancia de la educación científica. Comisión de Ciencia y Tecnología, Cámara de Diputados.


La educación basada en competencias es un modelo educativo que ha acompañado a las reformas estructurales neoliberales en nuestro país en los anteriores sexenios. Se trata de un modelo educativo impulsado por organismos internacionales como la OCDE y el FMI. Tal modelo pondera la adquisición de habilidades ante todo técnicas, sociales y comunicativas dirigidas a las demandas del mercado laboral. Se trata de una educación basada en la flexibilidad curricular dirigida a la inserción del estudiante en el mercado laboral. La educación basada en competencias enfrenta los retos de un mercado laboral globalizado y en creciente competitividad internacional, se dirige a la formación de habilidades laborales necesarias para el desarrollo nacional en este contexto. No obstante, tal enfoque es visto a menudo como reñido con una formación humanística y filosófica integral, la cual ha sido a menudo suprimida o limitada a una función transversal o en todo caso optativa dentro de los esquemas curriculares.


El problema deviene cuando se pondera una educación tecnificada, dirigida a la formación de profesionales técnicos con las habilidades necesarias para resolver determinados problemas o necesidades del sector privado, con un déficit de formación humanística, por ejemplo, de conocimientos históricos, éticos y estéticos. Frente a las competencias y habilidades técnicas para el mercado de trabajo se encuentran los conocimientos y habilidades reflexivas propias del conocimiento humanístico, particularmente del pensamiento filosófico. En este contexto es evidente la insuficiencia de la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS) de 2008, al fijar un marco común formado inicialmente por cuatro áreas disciplinares: matemáticas, ciencias experimentales y comunicación, sin contemplar el área de humanidades, y dentro de ella las asignaturas filosóficas, como obligatorias. En esta coyuntura el Observatorio Filosófico de México realizó una serie de observaciones y críticas sobre la supresión de las humanidades en tal reforma educativa. En junio de 2009 mediante el acuerdo 448 las autoridades educativas se comprometieron a restablecer el área de humanidades, considerando la lógica, la ética, la estética y la introducción a la filosofía como disciplinas obligatorias, tal acuerdo habría sido desconocido posteriormente por las autoridades educativas.


La preocupación y la ponderación de la enseñanza de la filosofía ha sido una de las preocupaciones de la Organización de las Naciones Unidas a través de la UNESCO. En 1946 una de las tareas propuestas a la organización por la Comisión Preparatoria de la primera Conferencia General fue la elaboración de un programa de Filosofía que tuviese como fin inculcar a los ciudadanos de determinadas nociones filosóficas y éticas mínimas destinadas a fomentar el respeto por la persona humana, el amor a la paz, el rechazo al nacionalismo y al empleo de la violencia, el amor por la solidaridad y por la cultura. En este sentido encontramos la Declaración de París en favor de la filosofía firmada por la UNESCO en 1995, en tal declaración se acentúa la posibilidad de formación de personas con pensamiento independiente a través de la práctica de la filosofía, así como la responsabilidad civil, el entendimiento y la tolerancia entre las personas y los grupos. Ello constituye una aportación fundamental a la formación de ciudadanos con pensamiento crítico y responsabilidad cívica, lo cual constituye un aspecto fundamental en el fortalecimiento de la democracia moderna y de la cultura de la paz. Este es el espíritu expresado por el documento de la UNESCO, aparecido en 2011: La Filosofía, una escuela de la libertad



Retomaré el punto anterior mencionando el esquema del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg, quien amplió la teorización de Jean Piaget sobre el desarrollo moral de los niños. La primera etapa identificada por Kohlberg es la preconvencional, la cual se caracteriza porque el comportamiento de la persona se encuentra orientada a la gratificación o al castigo, característicamente el comportamiento mostrado se orienta egoístamente hacia la satisfacción de los propios intereses. La segunda etapa es la convencional, en esta la persona se orienta por el comportamiento predominante en la sociedad, obedece las costumbres y las leyes pero no de un modo reflexivo sino a través del reflejo determinado por la culturización y socialización de valores. La persona obedece las reglas sociales no porque esté convencido o haya interiorizado su valor o reflexionado sobre su corrección, sino porque es el comportamiento en el que se ha socializado y adaptado. La última etapa del desarrollo moral identificada por Kohlberg es la posconvencional, en ésta la persona ha interiorizado reflexivamente las reglas y leyes sociales, muestra una orientación no basada en el cálculo de costo-beneficio hacia la satisfacción de sus intereses egoístas sino hacia el respeto a la dignidad humana, la paz y la responsabilidad cívica.


Es evidente que una educación tecnificada, sólo orientada a la adquisición de las competencias necesarias para satisfacer las demandas laborales, una educación en la que las humanidades y las disciplinas filosóficas se ha desvanecido, es incapaz de formar ciudadanos posconvencionales en el sentido determinado por Kohlberg. Disciplinas como la ética, la lógica y la historia se encaminan a formar personas con pensamiento crítico y reflexivo, personas capaces de transformarse en ciudadanos que respetan la dignidad humana y la paz. Pensemos en la necesidad de este tipo de ciudadanía en nuestro país, frente a la generalización que vivimos de la violencia, la corrupción y la deshonestidad debemos impulsar una ciudadanía formada en el respeto a los derechos humanos, en el respeto a las leyes de modo reflexivo, encaminados a conductas honestas y participativas en el espacio público. Es en este sentido que el binomio educación científica y educación filosófica resulta fundamental para enfrentar los retos sociales del México contemporáneo. La formación humanística y filosófica se encamina a desarrollar el pensamiento reflexivo y crítico, a desarrollar un enfoque ético que fortalece una ciudadanía que participa en el espacio público político de un modo crítico. 



En este sentido, una educación tecnificada basada en el modelo de competencias dirigidas a satisfacer las demandas laborales, un modelo educativo que suprime de los planes de estudio las humanidades y las disciplinas filosóficas ha sido también conveniente para la articulación de un modelo de democracia formal, en el que no se busca la formación de una ciudadanía participativa en los asuntos públicos, que reflexione críticamente sobre los problemas sociales y políticos. Una ciudadanía limitada a una formación en conocimientos técnicos y no humanísticos y que sólo participa en los asuntos públicos en las coyunturas electorales, que es fácilmente movilizada y manipulada en términos electorales. Se trata de una ciudadanía preconvencional y el costo social de este modelo ha sido la generalización justamente de las características de las personas preconvencionales: egoísmo, violencia, deshonestidad, orientación no por el bien común sino por el análisis de costos y beneficios en interés propio, esto es por consideraciones utilitaristas y que consideran que cualquier medio justifica los fines. La educación tecnificada produce una ciudadanía más dócil políticamente pero también más propensa a la corrupción y a la violencia al carecer de una formación integral en disciplinas como el pensamiento crítico, la ética, la lógica y la historia.


Mi experiencia como docente en el Tecnológico de Monterrey a nivel licenciatura en las materias de Ética, persona y sociedad y Ética, profesión y ciudadanía me ha permitido conjugar los aspectos de una educación científica y de una educación filosófica en el diseño e impartición de estas materias. Un ejemplo de esta conjugación ha sido efectuada a través de un modelo de aprendizaje basado en la resolución de problemas, donde el alumno no sólo aprende de modo tradicional la teoría sino que busca aplicarla a problemas concretos del entorno social en el que vive. De este modo, desde la filosofía y la ética mis alumnos de ingeniería, típicamente alejados de las materias humanísticas, han desarrollado proyectos interesantes, por ejemplo trabajando temas como ética e inteligencia artificial, las implicaciones éticas de la creciente automatización en el campo informático e industrial, los problemas sociales y éticos derivados de los programas públicos, el problema de la sustentabilidad y el uso racional de los recursos naturales, la inclusión de la perspectiva de género en las empresas, la difusión de la cultura de la paz y el diálogo entre las naciones, entre otros. De este modo una formación humanística integral fortalece, no debilita ni entorpece, a los profesionales mexicanos que han de integrarse al sector público y al sector privado. Una formación científica y humanística integral fortalece la formación de profesionistas competitivos internacionalmente, otorgándoles una formación basada en el respeto a la dignidad humana, la paz, la tolerancia, la solidaridad y el amor por la cultura.

Dr. José Lira, 22 de abril de 2019.

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2 comentarios:

  1. Como siempre atinado, certero y muy clarificador el discurso del Dr. LIRA ROSILE. Un gusto profundo encontrar y leer sus propuestas

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    1. Muchas gracias por la lectura, este es un tema muy importante para que nuestro país mejore. Reciba un saludo afectuoso.

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